jueves, 31 de mayo de 2007

Taking the Plunge

He estado bastante ocupada y sin nada de tiempo para escribir. (También recibí una orden de libros que pedí por Amazon, -Clan of the Cave Bear, A Wrinkle in Time, A Monstrous Regiment of Women, The Naked Eye- y he estado entretenida leyendo.) “Actually”, hoy tampoco tengo tiempo, apenas una hora antes de que tenga que prepararme para ir al trabajo, por lo que anticipo que esto será sólo el capítulo 1 de varios. Por otra parte. la realidad que es que llevo varios días armándome de valor para meterle el diente al tema (del sexo), y ayer, que pase el día entero (8 horas, es como ir a Europa, pero llegando San Juan) en la Línea de la Sultana, llendo y viniendo de Mayaguez para una vista, me consumí gran parte del “downtime” del viaje pensando en ésto (cómo meterle el diente) y otras cosas más. En fin, “the crux of the matter is this”: creo que soy, “a los ojos del mundo” (“whatever that is”), una personal equilibrada y relativamente saludable mentalmente, seria, profesional, discreta, que me cuido de excesos públicos y que me esmero en cultivar una imagen de circunspección a lo Graciela Alcántara y López de Montefrío (Luis Rafael Sánchez, La Guaracha del Macho Camacho). O sea, mi "public persona", es bastante "wholesome". (De hecho, realmente soy bastante "wholesome" por dentro también, no creo que una cosa esté reñida con la otra.)

“However”, internamente, y “largely in secret”, desde muy joven, desde niña “really”, un buen “chunck” de mi vida mental ha estado dominada por el sexo. Supongo que eso no es nada nuevo, y probablemente es cierto de la mayoría de las personas. Parte del propósito de este diario es desahogarme, airear y ventilar cuanta cosa tengo por dentro, buena, mala y regular, incluyendo por supuesto, mis fantasías sexuales e “issues” relacionados. Después de todo, medio mundo tiene blogs dedicados exclusivamente a su vida sexual, real o imaginada, algunos rayando en lo porno, y nadie se rasga las vestiduras por ello. No obstante, aunque puede parecer ridículo, victoriano, arcaíco y antifeminista, me da una espina de reparo, un escalofrío hablar del tema, y me aterra la idea de publicarlo, aun desde la relativa seguridad del anonimato. Se me llena la cabeza de “What if”s, qué hay si alguién adivina quién soy? (Mi jefe, diablos! Mi mamá – horror!). Pensar en las posibles consecuencias me da naúseas. Sabido es que uno es dueño de lo que calla y esclavo de lo que dice, y que no hay nada oculto bajo el sol; esa es una verdad como un templo de las grandes verdades como templos predicadas por mi mamá, que siempre ha sido detective amateur, y se ha preciado de descubrir tarde o temprano, cualquier información que sus hijos le hayan tratado de ocultar históricamente. Además, aparte del riesgo de ser identificada, aún ante algún posible lector ocasional, que no sepa ni le importe quién yo soy, me da reparo- no quiero que se lleve una imagen unidimensional y distorsionada de mí, que “twisted as I may be”, creo que no soy desde el punto de vista de la psicopatología, alguién que se pueda clasificar como un auténtico “sex maniac”.

Anyway, hechos todos los “disclaimers”, (que he tratado de hacer en apretada síntesis, pues realmente le he dedicado horas de pensamiento), determiné lo siguiente: lo voy a hacer pero tratando de ser lo más “mild” posible, o sea, tratando de mantenerme en la categoría R en vez de X o XXX. OK. No sé si sea posible. (Me siento como si me fuera a montar en una de esas montañas rusas horribles de los parques, y después de hacer una fila tremenda, cuando me toca montarme me arrepiento.)

Bueno, para empezar iba a explicar algo más sobre el seminario de la semana pasada. Siempre cuando voy a conferencias, y cuando era estudiante, en las clases, llega un punto en que de momento se me va la mente y empieza a divagar hacia temas sexuales. Me imagino a al conferenciante “esnú” y en situaciones eróticas, me imagino qué pasaría si le pongo la mano, como quién no quiere la cosa, en el paquete al señor que tengo sentado al lado, me regodeo pensando lo que haría si me atreviera invitar al baño un momentito a ese “piece of meat” que está sentado en la fila del frente. Se ha publicado extensamente sobre qué cantidad de tiempo dedican los hombres vs. las mujeres a pensar en sexo, y como regla general se ha concluído que los hombres piensan mucho más en sexo que las mujeres. A mí honestamente me cuesta creerlo, pues es completamente contrario a mi experiencia; o los sujetos de los estudios mienten o yo soy una anormal. O sea, si el “average man” piensa más tiempo en sexo que yo, pues el pobre no puede pensar en otra cosa. Anyway, se me acabó la hora. Esta tarde sigo si tengo tiempo.

domingo, 27 de mayo de 2007

Pirates y el licenciado LS Parte II

Paréntesis: Anoche fui a ver la tercera de Pirates con mi hijo al cine de Plaza las Américas (cosa que rarísimamente acostumbro a hacer), y debo de decir que fue un “big mistake”. Diablos, que multitud! La fila del cine parecía una de esas filas de las atracciones de “Disney”; supongo que me impresionó porque nunca voy allí... anyway, se ve que en P.R. somos muchos y no hay mucho “choice” en cuanto a qué hacer. Tuvimos que sentarnos en la tercera fila, y entre el cuello virado y el “overload” de acción de la película, me mareé (supongo que también los barcos moviéndose de un la’o pa’ otro me afectaron). No sé si seré yo medio sonitonta o qué, pero gran parte de lo que sucedió en esta película no lo entendí. “I mean”, yo ví la segunda sin ver la primera, y se me hizo asequible. No ésta que me pareció llena de enredos incomprensibles, los cambios constantes de bando de los personajes, las motivaciones secretas de cada uno, todo “went completely over my head”, “who knows”, tal vez fue el mareo, porque mi nene de 6 años dijo que lo entendió todo y que después me lo explicaba.

Ajá, iba a decir algo de sexo, pero antes quería añadir algo más sobre el licenciado LS. Como dije antes, si un jefe me demuestra aprecio a mí (y no estoy hablando de homenajes, celebraciones ni alfombras rojas, sino de mínimas muestras de solicitud y “acknowledgement”) me saca fácilmente el 110%. Si me ignora, no me saca ni el 50%; pues todo lo hago “half-assedly” y desganadamente, “if you don’t care, I don’t care”. Y eso ha sido así estos dos años con el licenciado LS, y los demás. No obstante, debo decir que si yo fuera a escoger con quién trabajar de los tres jefes del bufete, escogería sin lugar a dudas al licenciado LS. A pesar de la animadversión que le tengo por su mal talante y peores cascos, a pesar del vejamen de su desinterés hacía mí, prefiero su sombría reserva a la jovialidad fácil de licenciando M o la hiperactividad “workaholica” del licenciado JS. Creo que es con quién más tengo en común, “deep down”; además, sus ojos son interesantes. Tal vez no sea otra cosa que la atracción de un “black hole”, aunque allí dentro no haya nada. Bueno, basta del licenciado LS por ahora, supongo que ya habrá mucho más que decir de él en lo adelante.

OK, a lo del sexo. Bueno, ésto es algo que me pone un poco nerviosa publicarlo, considerando que alguién que lo lea podría adivinar quién soy. Es más, creo que me lo voy a pensar un poco antes de hacerlo. Como quiera ya me tengo que ir para la Iglesia, así que lo dejaré aquí hasta la próxima.

sábado, 26 de mayo de 2007

El seminario y el licenciado LS

Los últimos dos días han sido muy buenos; me he sentido animada y se me ha levantado la nube de aborrecimiento (algo así como la del Sahara) que llevaba desde hace un mes encima (creo que este diario también ha surtido un efecto purificador en mi ambiente personal). Jueves y viernes tuve la suerte de participar en un seminario auspiciado por el Tribunal Federal para el Distrito de Puerto Rico, sobre primera enmienda y evidencia, ambas conferencias impartidas por “eminencias” jurídicas de universidades de E.E.U.U. Los dos estuvieron excelentes, para mí realmente estimulantes, educativos y útiles para la práctica. Siempre me ha gustado aprender, aunque no necesariamente con el fin de aplicar los conocimientos adquiridos; me gusta consumir conocimientos como chocolates, quesos o vinos, probando todo por curiosidad y por placer, sin otro motivo ulterior que el puro hedonismo. Eso del “mejoramiento profesional” y acumular seminarios para el resumé, hábitos arraigados de los corredores del “rat race”, a mi me importan un fifí (un aparatito así).

Anyway, después de firmar la hoja de asistencia, llegué calladamente al salón del seminario y me senté en la primera fila, que es donde único me gusta estar por que soy muy corta de vista (o sea, cegata), y además me agrada tener al conferenciante en las mismisimas narices y no perder detalle de nada. Yo no acostumbro en ningún escenario de muchedumbre profesional, buscar desesperadamente de quién pegarme para hablar y dar palique; en parte por timidez, y en parte por que me aburre soberanamente el “small talk” forzado que se da en ese tipo de evento; tengo cero habilidad y menos paciencia para el consabido “networking”; y el “brown nosing” y lambeojería de algunos con los jueces o con los conferenciantes me asquea. Siempre he sido introvertida, y no me aterra, como a tantos, por ser ya parte de mi identidada, que me vean sola en una esquina pegada de un libro, que es lo que me gusta y lo que me dedico hacer en las esperas y los breaks, o “people watching” que también me entretiene mucho. No obstante, por obra y gracia del destino, siempre aparece quién le tumbe la oreja a uno para bién o para mal; entre viejos conocidos, que en este país tan pequeño y en ese tipo de círculos somos casi todos, colegas de ocasión que saludan por compromiso, y los ansiosos por saludar a cualquiera con aire de políticos en campaña, por más que uno se pegue al libro y trate de esconderse, resulta inesquivable pasarse un buen ratito siendo urbano y hablando banalidades. No obstante me alegré mucho, debo confesar, que viniera a saludarme cariñosamente la jueza C, que me conoce “de atrás”, de los años que trabajé en la oficina del pintoresco licenciado que es su esposo. Siempre la he estimado por su humildad y campechanía (no sé si esa palabra existe), quiero decir “good nature”, “down to earth”yness. Por mi propia aversión a la peinilla, siento mucha empatía y rapport por las mujeres que no se peinan. Y claro está, además respeto mucho a la jueza por su inteligencia y seriedad, sobre todo por que no hace gala de ellas ante gente como yo, “non-descript” y sin nada de alcurnia, nombre o rango de tipo alguno. También me alegró saludar a su hija, abogada igualmente, pero que a diferencia de mí siempre ha sido una auténtica “hippy”, fiel a sus preceptos (yo era medio “fakey”), que acercándose a la cuarentena mantiene incólume en su fidelidad a las túnicas indias, los pelos enmarañados, las causas perdidas y la nueva trova. Tenemos como dicen en España, "muy buen rollo".

Estaba también entre los asistentes, mi jefe el licenciado S, y uno de sus hijos. No tenía, demás está decir, ni chispa de ganas de sentarme con él, pues gran parte del propósito de este tipo de actividad es, para mí, “getting away from it all”, un "oasis" en el desierto del trabajo, y pues, sentarse a lado del jefe de uno por dos días enteros creo que derrota ese propósito. Además, tengo la impresión de que sentarse al lado mío por dos días tampoco es “the idea of a good time” para el licenciado S, y no me cruza a mí por la mente imponerle mi presencia; aunque varios me han asegurado que es errónea mi impresión de que yo no le caigo bién al licenciado S, no puedo sacudirme la sensación de que la, llamémosle “incomodidad” es mutua. Anyway, además él se sentó bastante atrás, y como ya dije, eso no me va bién a mí. No obstante, tampoco es cuestión de ignorarlo, que sería una actitud realmente cromañona, a parte de que sinceramente, y a pesar de los pesares, yo le he desarrollado cierta especie de cariño y lealtad al licenciado S, con distancia y categoría, por supuesto, pero de modo que no me resulta oneroso reconocer su presencia y estrecharle la mano, aunque no mucho rato. Por tanto, al divisarlo al otro lado del salón, me fui para allá rauda y veloz a cumplir con mi deber.

El licenciado S, quién voy a aprovechar para describir, es, como dije antes el “head honcho” de la oficina, sino en términos de su participación monetaria en el partnership, al menos ostensiblemente. El fue quién me contrató a mí en el bufete. De entrada, mientras me sentaba derecha como una regla en su “corner office” durante la entrevista de trabajo, tratando de poner cara de candidata ideal, me pareció que era un señor súper serio y ultra formal, tal vez por la barba blanca de prócer y el lacito en el cuello que le gusta lucir, que lo hacen parecer un retrato de un renombrado ancestro de la familia. Y supongo que por la docena de fotos de él con “assorted politicians” que adornaban las paredes de su oficina, también tuve la impresión de que era una persona que “put a lot of stock by” (o sea que le daba mucha importancia), a las conexiones con las esferas de poder, y a la prominencia social o profesional de la gente, cosa de la que yo carezco por completo, y de la que espero mantenerme ajena hasta que me vaya de este mundo calladamente sin que nadie se de cuenta (“keeping a very low profile” y permanecer en el absoluto anonimanto es una de mis metas en la vida).

Algo en sus no muy abundantes palabras y su tono agrio me hizo pensar que no era muy expansivo en su gestión supervisora. O sea, que como jefe no parecía ningún guineo niño. El remate a mi impresión fue cuando, una vez había aceptado el trabajo, al preguntarle cuál era el proceso de “phase in” del bufete, abrió la puerta de una oficina llena de cajas de files y me dijo: “ésta es su oficina, esa es su computadora,esos son sus expedientes, póngase a trabajar”. "End of phase in".

Como dije antes, yo siempre he tenido un lado flaco para los jefes hombres; no sé porqué, me siento atraída a ellos “in a general way” como figuras edipales (no sé si esa palabra existe), y compelida a complacerlos y a buscar su aprobación; y me parece que en gran medida históricamente lo he logrado, y la mayoría de las ocasiones he desarrollado una relación estrecha y sentimental con mis jefes, aunque nunca ha trascendido de lo platónico (con alguna que otra fantasía). Con el licenciado S me ha costado, porqué se ha mantenido, durante estos dos años que llevo en su oficina, en mi opinión, totalmente distante y “aloof”, en una actitud que no he podido interpretar más que como una olímpica indiferencia a la existencia de uno. Y ello, debo decir, no me gusta; creo que mi nivel de satisfacción en un trabajo está completamente vinculado a mi sensación de aprobación y reconocimiento de parte de un jefe a quién siento cercano e implicado a nivel personal conmigo. Cuando tengo eso, aunque me pague una porquería, me siento entusiasmada y se me hace fácil el trabajo; por dinero baila el mono y por amor yo me paro de cabeza. Si me ignoran, caigo en un total letargo y me cuesta implicarme personalmente en cualquier tarea.

Recuerdo que siendo yo aún estudiante, el licenciado pintoresco, a quién yo adoré, me encomendó una apelación interlocutoria al Supremo, para uno de sus clientes más importantes, el Dr. K. Yo lo redacté en su totalidad y el simplemente firmó, sin revisar nada, porque así ear él, tal vez no muy diligente, pero confiaba ciegamente en mí. Un buen día llegué yo de la universidad al trabajo, y me encontré con la determinación del Supremo, dictada a favor de nuestro cliente, en mi escritorio, con una nota del licenciado que decía “Enhorabuena, niña (siempre me decía niña) su primera victoria en el Supremo”; y ese tarde me llevó a cenar al Zipperle, como si hubiera sido un “big deal”. Diablos, casi lloro recordándome de eso.

Anyway, iba a contar a hora algo de sexo. Pero ya será esta noche porque tengo que preparme para llevar a nene a los Boys Scouts.

jueves, 24 de mayo de 2007

Mi Trabajo Parte II

Hoy (más bién ayer) fue uno de esos días (gracias a Dios infrecuentes) en que me tocó en suerte ir a almorzar con el jefe (uno de ellos, el que más se proyecta como el “head honcho” en términos de supervisión). Yo siempre he tenido como costumbre almorzar sola solina con un libro, en cualquier etapa en que he tenido “hora de almuerzo” – pues por lo general como a horas intempestivas, cuando me pica el hambre, y soy muy poco ortodoxa en mis gustos ingestivos, ignorando por completo los milenarios hábitos alimentarios occidentales, me inclino a desayunar lasaña del día anterior, arroz chino, empanadillas de pizza o cheeseburgers con papas, y gran parte de mi vida he cenado cornflakes con leche, pancakes y huevos fritos. Comer sola es relajante, es un mini-retiro del trajín del trabajo a un mundo privado de escape mental, mientras que comer en grupo, sobre todo si esté el jefe, las más de las veces puede resultar todo lo contrario: un ejercicio en manejo del estrés. Hay que estar pendiente de que no se le caiga a uno la servilleta, o le meta el codo al comensal del lado, hacer selecciones de “buen gusto” al ordenar (para que no digan, “fo, mira lo que le gusta comer a la jíbara ésta, y que corn beef”, y uno para sí mismo “si es que me gusta el corn beef más que el filet mignon”, “Dios mío que cafrería”, o “no ensalada de langosta no, mejor los nachos con queso”, “Diache, sin comentarios”), poner cara de “connossieur” a la hora de pedir vinos (“Señorita, va a tomar el merlot, el cabernet, el tempranillo o el beaujolais nouvea,que es el que recomendamos”, y uno “?what the heck?”), manejar apropiadamente los dichosos cubiertos (ya dije que prefiero los dedos), comer con la boca cerrada y tratar de no tumbar nada en la mesa, todo mientras se trata de mantener conversaciones agradables e inteligentes, y limitar cualquier impropiedad de esas que tan espontáneamente se le salen a uno de la boca sin querer y le arruinan completamente su carrera profesional.

Anyways, en el trabajo que tengo ahora, en el que cumplo dos años este mes (?porqué me siento aún como un “outsider”?), hay afortunadamente, un magnífico grupo de compañeros contemporáneos que me dan el “feeling” de estar de vuelta en mi clase de derecho. La “jerarquía” en la oficina, si es que se le puede llamar así, es “two tiered”, estando arriba y en el mismo nivel los partners, y abajo el resto de los abogados, sin gradaciones, al menos oficiales, entre ellos. O sea, tipo los caciques y los naborias. Yo en mi mente simplemente los clasifico entre “los viejos” y los “jóvenes”. A parte, hay una escisión no oficialmente sancionada, pero universalmente reconocida, entre dos bandos del personal, ya que el bufete es producto de la fusión de dos bufetes cada uno con su historia y cultura oficinesca de más de 30 años de trayectoria. La fusión jurídico-formal que se plasmá hace casi tres años nunca se ha consumado en la práctica, por lo que, con contadas excepciones, los del lado “de allá” (el ala norte) y los del lado “de acá” (el ala sur) se mantienen cada uno en su territorio, y hacen lo máximo por ignorarse cuando la inevitable convivencia los hace encontrarse en las áreas comunes. Para mí es funny la forma en que esta frontera invisible se ha podido mantener, de hecho, al parecer se ha trabajado constantemente por mantenerla. La gente del lado “de allá” dejaron, dicen ellos (suspirando mientras pierden su mirada en la vista panorámica de Santurce y las comunidades del Caño que se contempla desde los cristales de sus oficinas), con mucha desgana y pesar, la flamante oficina llena de arte en un edificio histórico cerca del viejo San Juan, que ocupaban desde tiempo inmemorial, para trasladarse a un espacio ampliado en el edificio de los de lado “de acá”, aquí en la infame Milla de Oro. Los del “lado de acá” toleraron a duras penas la invasión, y mantuvieron lo que pudieron el dominio sobre sus antiguos “haunts” (guaridas, lugares habituales).

Los del lado “de acá”, en tono “self-righteous” dicen que los del lado “de allá”, tienen costumbres de oficina de gobierno, ya que suelen abandonar desfachatadamente los trabajos a eso de las 5 pm, honran religiosamente los días festivos del calendario, y patrocinan las tradiciones oficinescas de nuestro país, tales como el “coffee break”. Los del lado de “aca”, tienen un airecillo de superioridad moral y profesional, usualmente no osan abandonar la oficina antes de las 6 o 7 pm y parecen enorgullecerse de lograr impresionantes hojas de facturación, que superen las 50 horas semanales. No es nada raro que alguno de los de lado “de acá” trabaje fin de semana o día feriado. El tono y estándares de trabajo lo sientan los jefes. El jefe de los del lado “de allá”, el licenciado M, es un señor alto de pelo largo canoso y aspecto jovial que según cuentan toda la vida ha sido un “bon vivant” de esos que bailan en las mesas después de cierta hora o cierto número de palos. Su talante no es demasiado formal, y su línea de trabajo, derecho laboral, en la estimación de algunos, no es nada que desafíe el intelecto jurídico (yo no me adhiero necesariamente a esa visión), y que requiere de no muchos conocimientos, por lo que alguién astuto y con habilidad para lidiar con las mafias de las uniones y los chismes de oficinas puede ser exitoso en ese ramo. Cuando está en la oficina, pues muchas veces según parece se encuentra por ahí “en mesas de negociación” (o viajando), el licenciado M trabaja en público, al lado del cubículo de su secretaria, dando pasos en el pasillo mientras le dicta “whatever” en voz alta, pues el pobre es de esa bién vieja escuela de abogados “technology impaired” que no saben ni prender la computadora y todavía dictan. Nunca cierra la puerta de su oficina, y no sé si lo hace sincera o hipócritamente, pero si se le cruza a uno en el pasillo, saluda y sonríe. No obstante, y le guardo un viejo “grudge” (resentimiento?), por que una vez sin explicación me bajó la facturación unilateralmente. Anyways, el licenciado M en la única reunión en que yo he participado y el se ha dirigido a nosotros, se sentó inclinando su silla bién para atrás y poniéndose las manos detrás de la cabeza, de modo que se le levantaba la guayabera para revelar su ombligo rodeado de pelos, el que se rascaba placenteramente mientras hablada, cosa que yo no pude captar nada de lo que dijo, tan hipnotizada estaba con su proceso rascatorio. Y ese es el jefe de los del lado “de allá”. Habrá mucho más que decir de todo ésto, pero por ahora este resumen bastará.

Los del lado “de acá”, al cuál yo pertenezco por designios incomprensibles deldestino, tienen dos jefes, el licenciado LS y licenciado JS, dos personajes que tendré el gusto de describir la próxima porque me tengo que ir a bañar para salir al trabajo.

martes, 22 de mayo de 2007

Paréntesis de fin de Semana

Ya sé que apenas empecé el tema de mi trabajo en la última entrada: pero esa es una de las ventajas de este medio, puedo disgregar todo lo que me dé la gana sin preocuparme de que alguién piense que no puedo retener el hilo de la conversación. Anyway, antes de seguir con lo del trabajo quería poner algo sobre lo que he tenido en la cabeza este fin de semana. By the way, desde que inicié este diario, se me ha pegado la costumbre de estar todo el día (y parte de la noche) redactando el blog en mi mente, en una especie de continuo soliloquio mental.

Pues este fin de semana, no salí apenas de casa, excepto el domingo a la iglesia en la mañana, como de costumbre. Quería pasar el tiempo con mi hijo, no había Boys Scouts y a él le gusta estar en la casa, vegetando, y haciendo sus pequeñas actividades caseras (rebusqueteando en gavetas, haciendo experimentos en la cocina, escarbando en el patio, disfrazándose con trapos viejos, y metiéndose con su scooter en la piscina). Además no quería complicar a nadie pidiéndole que nos llevara a alguna parte. Así que nos quedamos allí sacando raíces.

No es que lo atribuya a la falta de actividad, pues en otras ocasiones estar en casa no me sienta mal, pero este fin de semana me sentía fatal. Todo el día me pasé dándole vueltas a la noria con las mismas cuestiones: ?Cómo puede uno sentirse tan sólo estando rodeado de gente? ?Cómo puede uno sentirse tan sólo en un “crowd” y a la vez desear poder estar sólo físicamente? En mi casa vivimos 5 personas: mi mamá, mi papá, mi hermana, mi hijo y yo. Creo que somos bastantes, o por lo menos ocupamos bastante espacio, pero además hay una población flotante que entra y sale de la casa a diferentes horas, mi hermano y familia (esposa y dos nenes) casi a diario, el novio de mi hermana, (fijo diario), otros familiares (casi siempre tíos divorciados), “assorted” vecinos (mi casa es una de esas donde todavía los vecinos entran como Pancho por su casa), visitas inesperadas (“pasaba por aquí y ví los carros... y quise para un momentito a saludarte”, un momentito = par de horas)(y no se limita a sábados y domingos), diferentes personas de servicio (la sra. que limpia, el piscinero, el jardinero, la muchacha que le hace blower a mami), clientes de mi hermana, etc., etc.,etc. No siempre es desagradable tener ese pase misín de gente en la casa; muchas veces es entretenido, y me parece afortunado tener tanto contacto social (por llamarlo de algún modo) sin tener que moverse de la casa de uno. Sobretodo porque yo he vivido etapas en que he estado mucho, demasiado tiempo sola, y sé de sobra que eso no es bueno para la psiquis. Además, yo soy de las que no le importa nada si la gente me ve en bata o en camiseta pordiosera, porque despuése de todo, son ellos los que se están metiendo en casa ajena sin avisar, y uno tiene derecho a estar cómodo en su casa. No obstante, a veces la multitud se me hace insoportable. A veces, y me sabe mal admitirlo, la presencia de mi hijo se me hace apenas tolerable. No ayuda en nada el que hecho de que yo comparto la habitación con él, desde que nació, que fue cuando yo me vine a vivir de nuevo con mis papás. No hay sitio en la casa para cada uno tener su propia habitación. La verdad es que “in general terms” no es una situación que me agravie demasiado, y dentro de todo creo que yo soy una de las pocas personas de mi edad y condiciones que puede llevar bién una situación como ésta por tanto tiempo. However, hay días, a veces bastantes días, en que realmente me dan ganas de salir corriendo o de encerrarme en un cuarto oscuro sola. No está bién visto en mi casa que nadie se encierre en su cuarto por horas, -aunque mi hermana a hecho del claustro un estilo de vida, ganándose a pulso el cartel de la "antisocial" de la familia- pero aún si yo quisiera encerrarme a pesar de la censura sería imposible, con el nene entrando y saliendo todo el tiempo del cuarto, que en realidad es suyo; yo lo que tengo arrendado allí es un pedacito de cama y una cuarta parte del clóset, el cuarto es un cuarto infantil, decorado de nene y lleno de juguetes.

Supongo que es fácil imaginar cómo puede esta situación llevar a cualquiera al borde de una ataque de nervios. Sin embargo, el periódico ataque mío es totalmente interno, no lo exteriorizo (todo tipo de exabruptos también está nmuy mal vistos en mi casa), excepto por mal humor y ensimismamiento. Este fin de semana fue uno de esos: quería escaparme. Pero, ?Donde meterse? Tenía ganas de caminar sola un día entero por muchas calles, sin rumbo fijo, sólo para ver que hay por esta esquina, subiendo por esta cuesta o entrando por aquél zaguán (cosa que tantas veces he hecho en otras etapas de mi vida fuera de PR). Pero aquí en PR? anunciar en mi casa en una urbanización cerrada de Río Piedras “me voy a andar por ahí, vengo más tarde”? Por ahí, a donde cará? Ya me imagino el escándalo y los ojos desorbitados; y en realidad, por dónde? No estoy hablando de caminar por Plaza o en el Parque Central o en Paseo Lineal; sino de perderse caminando por calles, barrios, sectores de ciudad... pero por dónde? Rodeando murallas de urbanizaciones cerradas? Por Hato Rey vacío y muerto un sábado? Tal vez por Santurce..Barrio Obrero? Viejo San Juan lleno de carros... Toda el área metro con aceras llenas de basura, postes, pasto carros parqueados o peor aún, sin aceras, punto, cortada por autopistas... Cómo te vas a meter por ahí sóla? Vas a aparecer cadáver en un pastizal... piensa en tu hijo, no seas inventora. Bueno. Descartada la idea, OK.

Yo antes, cuando era universitaria, me tiraba las maromas a pesar de la oposición general, de caminar arriba y abajo por el área metro, en una gesta de independencia y tratando de imponer un estilo de vida distinto sobre este caos urbano... y a cada 2 minutos se me paraba alguién en carro al lado “?Te llevo?”, “?A dónde vás?”, “?Móntate nena?”, y yo: No es que me gusta caminar. Cara de incredulidad, suspiro de resignación de la vecina “Bueno Dios te cuide”, y en casa “Todo el mundo me llama y me dice que te vieron caminando por X y Y, yo preocupada me paso de rodillas pidiéndole a Dios que tenga misericordia de tí, que no te pise un carro, que no te secuestren y te violen, ay bendito, que manía, que capricho, estar andando por ahí a expensas de tantos peligros, cómo esté este país, por ignorancia, por inmadurez, por testaruda, porqué no dejas que te llevemos, etc., etc., etc.”.

Anyways, mientras vigilaba al nene desde el borde de la piscina, escuchándolo chacharear, se me perdía la mirada en el agua azul, pensando: “Que infeliz me siento”, y a la vez me decía: “Qué malagradecida eres, que ingreída, es una blasfemia sentirte infeliz, sentada en el borde de una piscina privada, a dos pies de un hijo completamente saludable y precioso, a dos pasos de no una sino dos neveras repletas de comida que llegó allí sin ningún esfuerzo de tu parte, pues ni siquiera tuviste que comprarla tu misma en el supermercado, en un día claro, soleado, tropical de anuncio de viajes, la casa limpia porque la limpió otro, tu papá te lleva la ropa del trabjo al “laundry”, tu mamá le compra los zapatos de la graduación a tu hijo, tienes familia, tienes trabajo, dos planes médicos, viajas a Europa, tienes Internet ilimitado, todas las comodidades imaginables, de qué diablos te estás quejando?” No sé. I mean, yo entiendo que no me falta más que sarna para rascarme. OK.

Sin embargo, por lo menos hay par de cosas que puedo mencionar, de las que carezco y que me hacen un hoyo tan grande en la vida que me cuesta todos mis esfuerzos sobrellevarlo de día en día. 1) Contacto físico. Yo no sabía el hambre que yo tenía de contacto físico hasta que pude experimentar lo que era eso con mis parejas (sólo dos han sido significativas), sobre todo con el padre de mi hijo, con quién más tiempo he vivido. Cuando digo contacto físico no me refiero meramente al grajeo incidental de una noche o al beso de saludo de un conocido; es esa conexión física nutritiva, profunda, constante que es parte esencial de una relación íntima de amor. Con mi ex, excepto por los periodos en que estabamos peleados, al final bastante frecuentes, siempre anduvimos cogidos de la mano, enganchados del cuello, con las piernas entrelazadas debajo de la mesa, besándonos, tocándonos la cara, el pelo y le espalda, en lo que llamarían aquí, un constante “manoseo” público, pero que allá no llamaba gran cosa la atención. Y no fue sólo al principio de nuestra relación; duró eso así hasta el final de los 6 años.

Bueno, debo para ahora que me cogió la mañana y tengo que irme al trabajo. Sigo más tarde.

viernes, 18 de mayo de 2007

Mi trabajo

Pues mientras escribo ésto estoy en el trabajo, al menos físicamente. Trabajo en una oficina, un bufete de abogados mediano, en la llamada "Milla de Oro", nombre rimbombante y del todo "misleading" con que los grandes intereses han autobautizado el área que ocupan sus sedes en el pequeño y modesto distrito bancario que ubica en Hato Rey, Puerto Rico. Un día de éstos hablaré de la Milla de Oro, y de la cultura y los hábitos de sus habitantes, pues es un fenómeno curioso (al menos para mí que estoy aquí metida) y objeto de análisis y comentario frecuente entre los pocos con que intercambio impresiones de vez en cuando.

Uno de mis más asiduos "nightmares" cuando era estudiante de leyes fue terminar en un sitio como "The Firm", (diablos, me daba más miedo que las películas de Kruegger), realmente me daba pánico imaginarme parte de un ejercito de trapadores prepotentes, "one track mind combatants" mujeres en pantyhose y "blazer" y hombres trajeados de gris o azul marino, "briefcase" en una mano, celular en la otra, rodeados de columnas de papeles, printers, computadoras, archivos, laptops y blueberries, llevándose el mundo por delante catapultando "footnotes" de reglamentos y letras pequeñas de contratos, etc. Ya me entienden.

Yo en esa época era medio hippy, sino por convicción al menos por estética, y usaba batas tie die, trencita en el pelo desgreñado, chancletas Birkenstorks de cuero, y mochila vieja con la cara del Che Guevara. No tenía ni p-ta idea de lo que quería ser cuando fuera grande (aunque ya tenía los 21). Sólo sabía que quería viajar y postergar hasta lo máximo mi inevitable entrada en el "rat race". En Leyes me entretuve bastante, me gustaban algunas clases, en otras dormía ricas siestas al compás de las voces somníferas de los profesores, y me enamoré "a lo adivino" como de costumbre y sin nada de suerte, de varios profesores y compañeros. Bueno, pero me he ido del tema: mi trabajo. (Otro día hablo de Leyes, lo prometo.)

El caso es que siendo estudiante no desee ni en mis etapas más masoquistas, litigar, y nunca me visualicé en un bufete. De hecho la palabra "bufete" era suficiente como para que entrara automáticamente en lo que en P.R. se conoce como "brote sicótico". Nunca me afané como tantos compañeros, en colocarme en ese codiciado "internship" de verano de McConell, ni solicité inflada de ambiciones el anillo dorado del "clerkship" federal. El primer verano, haciendo resistencia a las presiones familiares para que adelantara mis prospectos profesionales, pude "get away with" no hacer gran cosa de nada, trabajitos pendangos del mínimo federal y viajar a Europa de backpacker. Ya el segundo año fue más difícil evadirme, y a regañadientes terminé en una oficina pequeña de un "solo practitioner" de pintoresca trayectoria profesional, aficionado a la radiolocución y al comentarismo político criollo. No tengo reparo en admitir (al menos aquí) que llegué a querer tanto a mi jefe en esa época, y que figuró prominentemente en mi lista de "amores a lo adivino". No es atractivo, lo sé, en el sentido convencional de la palabra, y habrá muchos, quizá la mayoría, que opinen que su redonda figura es más bién francamente fea, pero la fealdad nunca ha sido un disuasivo para mis infatuaciones fulminantes. El olor a colonia de sándalo, la cuál utilizaba el licenciado en grandes dosis, todavía me hace elevar par de pulgadas si me asalta de repente, y recordar las horas dulces en que le cargué el maletín en sus reuniones, o le pasaba papeles en el Tribunal federal cuando iba a defender criminales irrepentos y marantudos. Diache, que mucho quería al licenciado. Pero otro día hablaré más de esa época.

Ahora, muchos años después de eso, tengo tres jefes, los tres por supuesto abogados. Yo siempre he tenido debilidad por los jefes, supongo que es un complejo de Edipo no superado. Anyway, tengo que cortar ahora porque debo hacer un trabajito antes de irme. Por el tema de la facturación, del que hablaré también en su momento.

El principio

Hago ésto principalmente por aburrimiento y por falta de alguién con quién hablar a calzón quitao, sin inhibiciones, reparos, verguenzas, miramientos y tapujos. Soy una aburrida crónica y sin muchos "outlets" para mi hastío. No creo que lo que escriba sea de gran interés para nadie, considerando que mi vida no es materia de ninguna película de aventuras ni mucho menos de novela de las 7, y tomando en cuenta los millones de blogs publicados "round the clock" por media humanidad, en que se revela toda la gama de experiencias parapelos que puede vivir un ser humano, y algún que otro extraterrestre, no creo que nadie se entretenga demasiado con lo que pueda yo decir. Mi vida es patéticamente normal y "uneventful", a más que siendo una persona ensimismada e introvertida, el 50% de mi vida transcurre en mi propia cabeza.

Por tanto, me parece que este diario será algo para mi propio consumo, como una especie de espejo virtual, y, supongo que también una autoterapia "low budget", utilidad que imagino le darán muchos de los que se explayan descaradamente en este tipo de medio. Claro está, que negar que uno es otro más en las filas de los exhibicionistas y voyeurs internautas de los tiempos en que vivimos sería absurdo e increíble, así que de entrada lo admito, en eso no me distingo del común de cualquier "blogger", e igual que todos, me atrae la idea de "publicarme" desde la seguridad del anonimato.

Supongo que la idea de empezar mi propio diario me vino de tanto leer y vivir vicariamente consumiendo los diarios de los demás. Eso, sumado a que trabajo tantas horas en la computadora, que ya me siento que vivo casi más frente a la pantalla que fuera de ella, y escribir mi vida en ella, pues, es un paso lógico para estrechar nuestro "ongoing relationship".

Me sorprende aún pensar que hace no tantos años, tal vez 7 como mucho, yo era completamente ajena al mundo virtual de la red. Literalmente, nunca había conectado a la internet y me parecía algo extraño e incomprensible, durante los 90's, cuando alguién me decía que estaba "enganchado" a la internet, y si me hablaban de gente que pasaba las horas muertas "navengando" ("whatever that is" pensaba), no lo podía entender. La verdad es que yo siempre he sido de esas personas "old fashioned" que van a la retaguardia de la tecnología, y con poco interés en los nuevos "gadgets", aparatitos, medios y adelantos que salen al mercado cada 10 minutos. Imagínense que yo he vivido años sin televisión, me gusta la música del ayer, y oigo esos programas de radio para viejos y solitarios que hacen de madrugada (Contacto Notiuno); siempre he sido así desde niña, como diría mi mamá, "una vieja enana". Quién me iba a decir a mí que siete años más tarde estaría yo atravesando esta pantalla, como Alicia a través de su espejo, para dejarme tragar por la vorágine de la mares virtuales.

No obstante, tan pronto fuí introducida a los rudimentos del mundo virtual (por mi hermana 6 años menor, como tantos otros retrasados tecnológicos), me quedé pasmada ante el Aleph que sentí haber descubierto, la ventana al universo, el acceso a la omniciencia... todo se puede ver, conccer y leer en la pantalla. Yo siempre he sido una adicta a la lectura. Desde que aprendí a leer, leo a todas horas; por supuesto en el baño, en el carro cuando voy de pasajera (hasta ahora todo mi vida porque no guío), en la guagua, mientras camino, en las múltiples filas de la vida diaria, y en el trabajo tengo libros al lado de la computadora para leerme un "quickie" cuando me cojo breaks de la tarea (cada 15 minutos). He vivido mi vida de libro en libro como Tarzán de liana en liana, y sin un libro me siento huérfana y pérdida. O sea, no puedo salir de una librería, farmacia o supermercado sin un libro, y cuando estoy por acabar uno ya me entra la ansiedad de encontrar el próximo y de acortar lo más que pueda el tiempo entre la última página del un libro y la primera página del otro. No soy demasiado discriminada en mis lecturas, más bién soy omnívora con etapas "junkie" y etapas "gourmet", lo mismo que en mi dieta; o sea, leo casi de todo. Me gustan los clásicos ingleses y americanos, los rusos, Harry Potter por supuesto, ciencia ficción (Asimov, Foundation), biografías (de Hitler a Hemingway, de Picasso a Franco), algo de ciencia (The Female Brain, The Naked Ape) algo de historia (Before European Hegemony, Guns, Germs and Steel) y novelas históricas, Sherlock Holmes, Humberto Eco, Pérez Reverte, etc.

La internet es, principalmente, un medio de comunicación basado en la lectura y la escritura, por lo que adapta perfectamente a mi adicción, y le ha dado un "edge" a las posibilidades de gratificarme instantáneamente leyendo sobre lo que sea cuando el cuerpo me lo pide. Es realmente un paraíso para los adictos de todo tipo por su menú ilimitado de consumo rápido.

Bueno, basta ya de justificarme a mí misma porqué hago ésto. Supongo que ya habrá momento para volver a replanteármelo cuando algo me haga arrepentirme de haber cedido a este impulso descabellado, que no será la primera ni la última vez.

Algo sobre mí deberé decir, por si algún léctor aburrido y empático se mete en el diario. Estoy en la treintena, soy abogada y tengo un hijo de 6 años. Vivo con mis padres y no tengo pareja. Por momentos, todas esas condiciones no me parecen propias: no me siento de mi edad, sino menor o mayor, según las circunstancias; cuando me dicen "señora" miro para ambos lados a ver quién es la señora, pues nunca me siento aludida, (aunque me costó, ya me he acostumbratdo a que me digan "licenciada"); tengo muchos hábitos infantiles muy arraigados como correr por la grama descalza, ir despeinda y comer con los dedos. Algunas veces me siento vieja, las menos, cuando oigo a mis pares hablar de salir a beber o decir cosas que me parecen indiscreciones o inmadureces. La profesión de abogado se me hace tan extraña y ajena que me parece que mientras trabajo estoy fingiendo ser otra persona todo el tiempo, tanto que a veces literalmente siento que tengo una experiencia extracorporal cuando voy al tribunal y me veo a mí misma enchaquetada y seria en el podio frente al juez, mientras la verdadera yo floto en el techo de la sala, soberanamente aburrida con todo lo que está sucediendo allá abajo. Y en cuanto a la maternidad, aunque adoro a mi hijo que es lo máximo en mi vida, las más de las veces me cuesta verme como su "madre", de hecho, nunca hasta ahora he asimilado la cuestión de que yo sea una de los putativos objetos de homenaje en el día de las madres, la verdad no me siento como parte de ese "clan", o sea, me cuesta verme a mi mamá y yo en la misma categoría. Me gusta estar con mi hijo, y me siento responsable por él, pero la cuestión de la "madre" se me hace grande, no me acaba de caer. No me sale obligarlo a comer, cantaletearle por que se ponga zapatos, se combine la ropa o haga las asignaciones. Y es que a mí no me gusta que me obliguen y no tengo habilidad para obligar; soy bastante "laissez faire" (o tal vez sólo sea vaga, como dice mi mamá). Esta falta de adaptación a mis condiciones de vida será una constante en este diario, pues, demás está decir que ello en gran medida es la fuente de los "issues" con los que me peleo y por los que necesito de esta "autoterapia" y escape.

Lo otro, y me sabe mal decirlo, pues no soy de las personas que normalmente exponen los detalles de su vida sexual en público, pero considerando el propósito de este diario, y sobretodo, su carácter anónimo - y además, que cará, si la cuestión sexual ya está tan trillada que no causa escándalo ni incomoda a casi nadie - pues lo otro, como decía, es la cuestión del sexo, o más bién "lack thereof". Espero que no demasiado, pero inevitablemente, tocaré el tema porqué, después de todo, ocupa gran parte de mis pensamientos inéditos, y para eso estoy escribiendo, para decir lo que ha nadie le digo. Así que hablaré de sexo, pero trataré de no caer en lo porno, pues es cuestión de autoterapiarse y no de degradarse ni bailar en el tubo virtual.

Finalmente, está el amor, o "lack thereof". Yo soy una persona que siempre he tenido una tendencia malsana a enamorarme "a lo adivino", o sea sin razón y platónicamente. Diache, lo que podría yo contar del amor "a lo adivino"! Cuanta energía vital he desparramado por el mundo soñando con imposibles, intocables o prohibidos! Aunque por fuera sea insulsa y del todo "wholesome", por dentro no me cabe duda de que soy y he sido una de las grandes amantes de la historia, apasionada, voraz, y trágica, le como los dulces a cualquier Julieta, Ophelia, o Lady Chatterley. Claro está, no toda mi vida sentimental ha transcurrido en la esfera de la fantasía pura. O sea, que yo de virgen del recuerdo tengo poco. La costumbre de fantasear la desarrollé en parte por la falta de la suficiente acción en el plano real, carencia que con el tiempo sigue creciendo y asentándose en mi vida como una constante. Y de ello seguro, habrá mucho en este blog.

Bueno, suficiente por hoy que mañana hay trabajo.